Una Constitución de Clase y Feminista.

13.11.2020

Por Sylvia Castro 

Desde aquel primer salto de torniquete de los secundaries que despertó la conciencia de las personas en Chile, donde se gesta la rebelión de octubre, materializada un viernes 18 del mismo mes, comienza a germinar lo que un año después se manifestó masivamente en las urnas, pese a la pandemia y a las miles de trabas que puso el ejecutivo para que las personas no participaran y esto es un cambio efectivo de una Constitución que estuvo deslegitimada desde el principio y que es fiel reflejo de una sociedad globalizada y de libre mercado.

Hoy las personas que participamos activamente en diversas organizaciones tanto barriales, sindicales y que tienen algún tipo de vinculación territorial, que fueron participes de la rebelión, desean ver materializada la construcción colectiva de una Constitución que refleje las necesidades y los derechos de las personas, por sobre los grupos político y económicos que sin decirlo abiertamente lo más probable es que ya estén trabajando en una constitución hecha a la medida y que trataran de negociar con los constituyentes que se elegirán en abril, dejando de lado a las grandes mayorías como siempre.

Sin embargo, se les olvida que la "Democracia" no tiene que ver con la clase oligárquica a la que los expertos responden, pese a que la historia nos dice lo contrario; si no que debiera estar apegada a los derechos de las personas que hacen funcionar un país y no hablo solamente a la clase trabajadora remunerada que funciona en los espacios públicos; si no asociado a todos los tipos de trabajo y a todo tipo de personas que existen hoy para que esta sociedad funcione y aunque no lo tengamos internalizado, nadie vive sin comer o nadie encuentra trabajo o sostiene un trabajo estando desaseado; pero eso nunca pasa por nuestras mentes.

Con lo expuesto anteriormente no solo pienso en las mujeres o no solo pienso en las labores de cuidado en general, pienso en todas las personas que se han manifestado desde nuestro despertar de conciencia hace un poco más de un año. Pienso en los niñes, que por estos días no son sujete de derecho, pienso en pueblos originarios y su cosmovisión sociocultural, pienso en las personas con situaciones de discapacidad, pienso en las diversidades sexuales y las dificultades que tienen para abrirse paso en una sociedad donde lo femenino y masculino está asociado solo a las genitalidades, pienso en la salud mental y como la posicionamos y sobrevaloramos, de acuerdo con los aspectos adecuados de las personas; Sin embargo, no pensamos en la felicidad y la construcción de aceptación de la sociedad diversa que somos.

La Constitución que se quiere debe abarcar lo anterior, sin dejar de lado nada, ni siquiera, la manera de productividad que tenemos respetando los espacios mínimos para el desarrollo de las personas, ni la buena relación con el entorno y los ciclos de la vida. 

Equipo La Voz Constituyente
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